Voy camino hacía la casa de una familia que desciende de gitanos, voy en busca de mi entrevistada, es una mujer que casi cuenta con 80 años, se llama Rosario Sandino y supe de ella por un amigo en realidad no esta en mi interés entrevistar a una descendiente gitana, no voy en busca de su cultura, si de su oficio.
Tengo prejuicios hacia los gitanos, lo reconozco, por momentos no se dilucidar si mi mayor temor es por la entrevistada, una mujer que practica la gemoterapia y es instructora de control mental, que por la entrevista en si.
Me encuentro fente al portón de su casa, bastante grande por cierto, estoy a punto de tocar el timbre, me siento asustada ya que cuando era chica se solía decir en mi familia que los gitanos te miraban y te hipnotizaban, es absurdo me digo a mi misma, procedo a tocar el timbre, estoy armada de un grabador, un cuaderno y el bolígrafo ( ¿mis armas contra la hipnosis gitana?) es mi pregunta. Descarto el pensamiento.
Toco el timbre de la calles abre la puerta Rosario una mujer que me espera con su mejor sonrisa, y como si adivinara mis miedos, me dice con su voz grave por los efectos del cigarrillo, “pasà, tranquila, no me comí a nadie aun”. Me sentí avergonzada de mis temores, pase por un largo pasillo que me conduce a una salita pequeña, que sospecho deber ser su consultorio.Nos sentamos, me transmite seguridad, abro el cuaderno, enciendo el grabador y me doy cuenta como de a poco, comienzan a derrumbarse mis prejuicios, cuando descubro en esa mujer alta y fuerte que aparenta menos edad que la que su documento indica, a una persona abierta y encantadora
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