lunes, 3 de noviembre de 2008

COPETIN FILOSOFICO







Me encuentro frente a un banquete al que cualquier dios griego no se rehusaría, poco antes del convite estaba escuchando a tres filósofos interpretándose a si mismo y que hablaban de lo que ellos mejor manejan: la filosofía; las dudas existenciales, el ser uno mismo y la tan conocida búsqueda de la verdad y lo real y la relación de todas estas cosas con la vida cotidiana.
Horas antes había salido del trabajo a las apuradas, tenia que cruzar todo el microcentro para llegar hasta la puerta del Teatro Sarmiento, era viernes y la aproximación del fin de semana comenzaba a percibirse en una Buenos Aires ruidosa, pero relajada y como siempre complicada con el transito.
Salí del trabajo un poco mas temprano que lo habitual, para evitar el trafico, un par de días atrás adquirí mi entrada, me la vendió un compañero que había sacado una de mas o no entendí bien porque le sobraba una, el pase de esa entrada me llevaría a ver “Archivos” de Viví Tellas, esa noche a las 21hs, se presentaba “Tres filósofos con bigotes”.
Me encontré con varios compañeros de la cursada del taller Juan pablo, Nicolás que no lo conocía pero me pareció simpático, encantador y el encargado de romper el hielo cuando el silencio comenzaba a asomarse, también estaban Carolina y su novio, Amilcar, y otra compañera mas que no recuerdo su nombre, tuvimos una breve charla de cómo cada uno había llegado al lugar y de donde veníamos a esa hora para llegar puntual a la obra.
En varias oportunidades fui al teatro, en una de ella vì "Opereta" la primera versión local del musical de Gombrowicz, concurrí a teatros locales de Quilmes y además al Teatro de la Cooperación donde recuerdo haber presenciado un unipersonal del cual no viene a mi memoria en este preciso instante su titulo, ni el del protagonista, el único recuerdo que tengo es que fue agradable ese desconocido que nos entretuvo por una hora.
Ese viernes por la noche vería “Biodramas”, historias reales de la vida diaria que Se subirían a escena para ser representadas no por artistas, sino por personas que harían de si mismo en un teatro y para todo el público.
Cuando ingresamos a la sala estaban los tres hombres en el centro de la escena, haciendo arquería, cada uno hablaba de la concentración que este ejercicio requería, era evidente que mientras contaban las diferentes historias de este deporte dentro de la filosofía, competían entre ellos puntuando cada tanto a favor, parecían expertos en el arco y flecha, y hasta acertaban con una precisión envidiable.
Tres profesores que abrazaron la filosofía desde su juventud, explicaban sucesos de su vida, infancia, romances, hechos y anécdotas que experimentaron con alumnos en los años que dictaron clases en la Universidad de Buenos Aires, el mundo de la filosofía suele ser un tanto cerrado para todos aquellos que nos hemos acercado o rozado apenas a la filosofía del pensamiento, ya que nunca se me hubiera ocurrido el atreverme a analizar y criticar los bigotes de los pensadores mas famosos, solo alguien que ha leído en la intimidad y tiene una cercanía muy estrecha hacia ellos puede hacerlo, dime que bigote tienes y te diré que tipo de pensador eres.
Sobre los diez minutos finales, Alfredo, uno de los filósofos con bigotes, cuenta que aun conserva en su poder el boleto de colectivo de la línea 56 que uso como medio para transportar una bomba molotov, cuando militaba en la corriente maoísta que llevaba las siglas T.U.P.A.C, se hace difícil pensar en que este hombre alto y desgarbado ha sido un joven militante, que llevaba con total desenfado e inocencia un explosivo tan peligroso, para desviar las miradas de los represores de turno.
El ideal por el que entonces luchaban y tenían las agrupaciones de jóvenes universitarios del `70 era alcanzar el ingreso irrestricto de aquellos que ingresarían a la Universidad de Buenos Aires, es increíble pensar que ellos también forman parte de ideales alcanzados que hoy disfrutamos los estudiantes, entre los cuales estuvieron el de poder gozar de una universidad publica y gratuita.
Una vez finalizada esta dramatización de la filosofía y los filósofos, somos invitados a un convite: Sardinas, queso de cabra, datiles, té de menta helado, sumamente exquisito, vinos, aceitunas negras y kinotos, los filósofos “no actores” nos invitan a pasar y disfrutar, se muestran amenos, espontáneos, expectantes a responder preguntas de muy buen animo.
El copetín esta casi llegando a su fin, emprendemos con el grupo el regreso a casa, viajamos en subte, afortunadamente llegamos para el ultimo. En la denominada “Plaza del Correo”, nos despedimos cada uno para tomar el micro que nos devolvería a nuestros hogares.
Era tarde, y poca gente esperaba los micros, a lo lejos se veía una mujer cambiando de ropas a sus hijas, “volvían de trabajar”, de pedir, de vivir del favor del otro, de la misericordia del otro que se apiade de tres niñas pidiendo limosna hasta tan tarde, y me digo para mis adentros
“aquí también tengo un drama de la vida diaria”, de esto también podría escribir una crónica de las miserias del ser humano, porque en el escenario de la vida esta niñas “actúan” todos los días para sobrevivir y actuar de lo que mejor les sale, de lo que han aprendido, de lo que la vida les ha enseñado.

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